DE SALUD Y OTRAS COSAS: Lecciones de unas elecciones
Por César Mella
[email protected]
Hoy pensaba escribir sobre la gente que “se ahoga en un vaso de agua”. Se trata de una voz popular que califica a personas “poquitas”, que se agobian fácilmente por cualquier incidente menor y que son abatidos por la inseguridad y el miedo a fracasar. Prometo estudiar ese comportamiento y ofrecerles algunos consejos en el futuro.
Se me ocurrió que muchos seres humanos suelen arrepentirse de las travesuras que cometieron cuando eran adolescentes, entre otras cosas, el haberse puesto en contacto fugazmente y por curiosidad con la marihuana.
Se me ocurrió hacer una tipología del votante dominicano más allá de las filiaciones partidarias.
El que se decide a última hora; el bronco paranoides, que es aquel que ni su esposa sabe por quién va a votar; el fanático, igual que en la pelota, nunca traiciona a su equipo: en mi caso con las Estrellas Orientales.
Un día como hoy debo ser prudente, y cuidar mi columna y la línea del periódico, pues la gente que me conoce hace tiempo que me vio el refajo.
Lo cierto es que desde la famosa polémica entre Heráclito y Parménides y muchos años después, lo afirmado por Hegel, se habló sobre la necesidad de evolucionar.
Le pregunté a un conserje del edificio en donde vivo: ¿Que usted ha aprendido de esta campaña? Me contestó que “nada”…
De los contendientes actuales solo uno no ha sido candidato a laPresidencia y lo siento muy adherido a las necesidades de los más afligidos.
Las elecciones en el marco de una pandemia pueden generar temor en sectores vulnerables, pero si se toman las medidas sanitarias es deseable ejercer este sagrado derecho.
La mentira, el falseamiento, la simulación y la disimulación que exhibe un entrevistado ante un sondeo o una encuesta (métodos de medición de tendencias totalmente diferentes), es una realidad que aumenta el margen de error de un vaticinio.
Veamos algunos ejemplos:
Respondió que va a votar por D porque teme perder algún beneficio, pero lo hará por H.
Dijo que votaría por H, pero para “estar en la moda” , pero, aun no está seguro de lo que hará frente a las urnas.
Con firmeza aseguró que votaría por D , pero no tiene cédula (mintió). Una excusa de mal gusto es la siguiente: “Mi grupo de apoyo no me consiguió la grasa para trasladarme a Pedernales”.
Así las cosas, hay un hecho que no se ha medido: ¿Cuáles son las razones íntimas del abstencionista e indiferente que se queda en su casa y cuyo porcentaje ha venido sosteniéndose sobre el 25% en las últimas cuatro elecciones?
¿A quién beneficia que vote mucha gente y a quien perjudica que sufraguen menos?
El voto nulo, el voto en blanco, el voto observado y la cantidad de garabatos que desaprensivos colocan sobre la cara de los candidatos debe ser objeto de un análisis en profundidad.
Al igual que en el carnaval, el domingo 5 de julio todo el mundo se siente igual, es decir que el voto del recogedor de botellas vacías y el del presidente de un Banco, cuantitativamente valen lo mismo.
Así que dejo en sus manos y en su conciencia dar la oportunidad a un administrador probado… para dirigir la catástrofe que se avecina…