Citomegalovirus en el embarazo: todo lo que debes saber
El citomegalovirus (CMV) rara vez causa problemas durante el embarazo. Sin embargo, no deja de ser motivo de preocupación para las gestantes. ¿Qué debes saber al respecto? Te contamos más en este espacio.
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Citomegalovirus (CMV) es un género de herpesvirus que se encuentra dentro de la subfamilia Betaherpesvirinae. Estos agentes patógenos suelen invadir las glándulas salivales de la persona, pero solo se consideran letales en aquellos que son inmunocomprometidos o en los fetos durante el embarazo.
Según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, del 50 % al 80 % de los adultos de este país han contraído la infección en algún momento de su vida. Además, una vez se contrae el virus, este permanece en la persona para siempre.
¿Cómo afecta este agente patógeno a los recién nacidos? ¿Cuál es la gravedad de este cuadro clínico en bebés? En el siguiente espacio te contamos lo que ocurre cuando la infección se da durante el embarazo.
Causas de la infección por citomegalovirus en el embarazo
La seroconversión por infección primaria durante la gestación tiene una prevalencia del 1 % al 7 %, según estudios. Explicado de forma simple, esto quiere decir que de 1 a 7 de cada 100 bebés se enfrentarán al virus transmitido por la madre antes de nacer.
Que no cunda el pánico. Esto no quiere decir que todos los bebés en contacto con el citomegalovirus estén en peligro y, para demostrártelo, te presentamos los siguientes datos:
- La tasa de transmisión fetal durante el primer trimestre es del 36 %. El porcentaje de bebés sintomáticos que se contagian en esta etapa es del 25 %.
- En el segundo trimestre del embarazo, el porcentaje de transmisión si la madre está infectada aumenta hasta un 40 %. Aquí solamente el 5-10 % de los bebés tienen síntomas.
- La tasa de transmisión fetal durante el tercer trimestre es del 65 %. A partir de las 28 semanas de gestación, los bebés contagiados son asintomáticos.
¿Qué quiere decir todo esto? Pues que, aunque una madre tenga el virus en el primer trimestre de embarazo, hay menos de un 40 % de probabilidades de que esta se lo transmita a su bebé y, además, solo 1 de cada 4 de los infantes infectados en esta etapa presentará síntomas.
Por mucho que la tasa de transmisión aumente con el tiempo, esto no es un problema, pues casi todos los bebés son asintomáticos a partir de cierto momento durante la gestación. Por ello, se estima que solo el 10-15 % de los recién nacidos infectados en conjunto llegan a presentar síntomas. Es necesario brindar estos datos para poner la situación en perspectiva.
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¿De qué forma se transmite al bebé?
El citomegalovirus se transmite de la madre al hijo de forma transplacentaria, es decir, a través de la sangre que conecta al feto y a la progenitora. De todas formas, cabe destacar que, tal y como indican estudios, la probabilidad de transmisión es mucho mayor cuando la infección se adquiere durante el embarazo (50 %) que cuando se reactiva (2 %) en la madre.
Por otro lado, las personas adultas se contagian usualmente por el contacto con fluidos como la saliva, la orina, la sangre, las heces, el flujo vaginal, el semen, entre otros. Los bebés también pueden contraer el virus durante el momento del parto o a través de la leche materna, aunque esto no es un problema clínico significativo.
En resumen: solo 1 de cada 10 niños infectados por CMV presentarán algún tipo de síntoma.
Síntomas de la infección por citomegalovirus
Como ya hemos reiterado, la mayoría de los niños recién nacidos son asintomáticos a pesar de haberse contagiado, sobre todo si este evento ha sucedido durante el tercer trimestre. Aun así, la Clínica Mayo nos muestra los síntomas más comunes de los bebés con citomegalovirus congénito que sí muestran signos clínicos. Estos son los siguientes:
- Nacimiento prematuro.
- Bajo peso al nacer.
- Piel y ojos de color amarillo (ictericia). Esto representa una mala funcionalidad hepática, pues la bilirrubina se acumula en los tejidos cuando no debería.
- Manchas púrpuras en la piel y otras erupciones.
- Cabeza anormalmente pequeña (microencefalia).
- Bazo agrandado.
- Neumonía.
- Convulsiones.
Tampoco hay que olvidar que las personas adultas con el sistema inmune comprometido también pueden desarrollar síntomas severos ante la infección. Órganos como el hígado, los pulmones, los ojos, el aparato digestivo y el cerebro pueden verse afectados en estos pacientes débiles.
¿Cómo puede tratarse?
El portal Kidshealth indica que el citomegalovirus, tanto en adultos como en bebés, puede tratarse, pero esto casi nunca es necesario. En los infantes que presentan síntomas se contempla la administración de medicamentos antivirales por vía intravenosa (IV) u oral, de acuerdo a sus necesidades.
Cabe destacar, aún así, que estos fármacos pueden retrasar la multiplicación del virus, pero no lo eliminan. Es el sistema inmune del recién nacido el que debe luchar contra la infección. A día de hoy se están estudiando nuevas rutas para combatir a este agente patógeno, pues no hay vacunas efectivas que lo prevengan.
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¿Qué precauciones se pueden tomar?
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), los médicos no suelen hacer pruebas del citomegalovirus en mujeres embarazadas, pues la presencia del agente patógeno en la progenitora no garantiza el contagio al bebé.
Aun así, se pueden tomar ciertas precauciones para evitar contagiarse durante el parto o tras él. Entre ellas, encontramos las siguientes:
- Lavarse las manos con frecuencia: sobre todo si alguno de los progenitores va a entrar en contacto con el bebé o con su material de aseo.
- Evitar el contacto de la saliva y las lágrimas entre los progenitores y el infante.
- Limpiar los juguetes y todos los elementos del entorno del neonato con asiduidad.
- Mantener relaciones sexuales seguras, pues el citomegalovirus se puede contagiar mediante el contacto sexual.
Un virus que pocas veces supone un problema
Con todo este juego de estadísticas y porcentajes hemos querido demostrar de forma científica que, efectivamente, el citomegalovirus en el embarazo casi nunca es un problema. Muy pocos bebés se infectan, y de los que lo hacen, solo 1 de cada 10 llega a presentar síntomas de ello. Por esta razón, no hay que preocuparse de más.
De todos modos, nunca está de más tomar precauciones durante el embarazo y tras él, no solo por el citomegalovirus, sino por otros patógenos que se pueden transmitir con facilidad al recién nacido.