Bronquiolitis: causas, síntomas y tratamiento
La bronquiolitis afecta hasta el 20 % de los niños menores de 2 años de edad. Es mucho más probable que se manifieste de forma sintomática en infantes inmunocomprometidos.
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La bronquiolitis aguda (BA) es una enfermedad muy frecuente en la infancia. Su incidencia anual aproximada en cualquier lugar del mundo es del 10 %; es decir, que uno de cada 10 niños menores de 2 años la sufren cada año. Además, es la causa de ingreso hospitalario más común por infecciones respiratorias en este grupo de edad (1-5 %).
No existe un consenso en lo que a la definición de bronquiolitis se refiere, pero generalmente se asocia a episodios de dificultad respiratoria con sibilancias precedidos por un cuadro clínico de naturaleza catarral. Si quieres conocerlo todo acerca de esta enfermedad, te animamos a seguir leyendo.
Causas de la bronquiolitis
Tal y como indica la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, la bronquiolitis es una infección pulmonar común en niños pequeños. Desde un punto de vista clínico, se caracteriza por la acumulación de moco en las vías aéreas más pequeñas de los pulmones (bronquiolos). Por lo general, se debe a una invasión viral.
Según la revista Pediatría Integral, la bronquiolitis se presenta en epidemias durante el invierno y a principios de primavera. El grupo poblacional más afectado son los niños pequeños de entre 3 y 6 meses de edad. A continuación, te presentamos algunos de los agentes causales más comunes.
1. Virus sincitial respiratorio (VSR)
Un virus de cadena de ARN simple en sentido negativo de la familia de los paramixovirus (Paramyxoviridae) es el causante del 56 % de los pacientes con bronquiolitis que requieren un ingreso hospitalario. Es ubicuo en casi todo el mundo, y se estima que casi todos los niños del mundo ya han padecido la enfermedad a los 4 años de edad.
Aproximadamente el 70 % de los lactantes se contagian con el VSR en su primer año de vida. Muchos de ellos son asintomáticos.
2. Rinovirus
Es un género de virus de la familia Picornaviridae. Son los agentes infecciosos más comunes en el ser humano (causantes del resfriado) y existen más de 110 tipos serológicos capaces de generar síntomas en nuestra especie. Aunque es menos común que con los VSR, los rinovirus también pueden provocar bronquiolitis en los infantes.
3. Virus parainfluenza tipo 3
El portal MSDmanuals nos muestra que los virus parainfluenza se clasifican en 4 tipos. El tipo 3 es el que más cuadros de bronquiolitis causa, pero las variantes 1 y 2 también pueden generarla de forma excepcional. Las infecciones causadas por la parainfluenza son indistinguibles de las provocadas por el VSR, pero suelen ser menos graves.
Para saber más: “¿Es la bronquitis contagiosa?”
Factores de riesgo
La bronquiolitis puede afectar a todo el mundo, pero es muchísimo más común en niños lactantes e inmunocomprometidos. Tal y como indica el portal KidsHealth, algunos de los factores de riesgo más comunes son los siguientes:
- Ser un bebé o un niño pequeño: sus narices y vías respiratorias son mucho más frágiles que las del resto de personas adultas. Su árbol bronquial es más corto y de menor diámetro así que, ante una inflamación, las probabilidades de obstrucción son mucho mayores.
- Pertenecer al grupo de infantes que han experimentado nacimientos prematuros.
- En niños que tienen el sistema inmune comprometido o enfermedades pulmonares y cardiovasculares concomitantes.
- Exposición al humo del tabaco, estancia repetida en ambientes con alta densidad de niños y exposición a ciertos compuestos químicos tóxicos.
En general, ser un niño pequeño es el factor de riesgo más relevante. Como hemos dicho, aproximadamente el 70 % de los infantes entran en contacto con el virus sincitial respiratorio en el primer año de vida. De todas formas, esto no significa que vayan a sufrir una bronquiolitis: solo el 22 % desarrollan síntomas.
Síntomas de la bronquiolitis
La Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos nos muestra algunos de los síntomas más comunes de la bronquiolitis en infantes. De todas formas, no todos los niños los desarrollan. Entre ellos, podemos encontrar los siguientes:
- Dificultad respiratoria que incluye sibilancias y falta de aliento.
- Tos, fatiga y fiebre. Estos signos clínicos son algunos de los precedentes a la bronquiolitis, típicos de una infección catarral.
- Los músculos alrededor de las costillas se hunden a medida que el niño trata de inhalar. Las fosas nasales del bebé se ensanchan al respirar con la intención de recoger más aire en cada ciclo inhalatorio.
- Taquipnea; es decir, respiración rápida.
Normalmente, la bronquiolitis se manifiesta 24-48 horas después de los signos clínicos previos. La duración media de los síntomas es de 12 días, aunque hasta el 18 % de los infantes afectados acarrean el cuadro clínico durante 21 días, llegando hasta el mes de forma excepcional (9 %).
Posibles complicaciones
Tal y como indican fuentes ya citadas, la pérdida de la capacidad respiratoria por parte del neonato puede ser letal. Si tu hijo ha presentado síntomas de bronquiolitis y un día notas su piel con un tono azulado (cianosis), se hace imprescindible que acudas a un centro de urgencias médicas. La cianosis indica una falta de respiración muy grave.
Las pausas en la respiración, la deshidratación y los bajos niveles de oxígeno en sangre también son signos clínicos que denotan una gravedad considerable de la bronquiolitis. Estos solo se conciben (en la inmensa mayoría de los casos) en bebés prematuros o en aquellos con alguna enfermedad previa.
¿Qué opciones de tratamiento existen?
Según el portal especializado Neumoped, no existe ninguna medicación que facilite la curación de la bronquiolitis. Al tratarse de una enfermedad vírica, no queda más que esperar que el sistema inmune del infante sea capaz de hacer frente a los virus por sí solo. De todas formas, la mayoría de los casos son leves y no requieren de acción médica.
Es necesario recalcar que, en estas ocasiones, acudir al consumo de antibióticos no sirve de absolutamente nada. Esto solo podría llegar a empeorar el cuadro clínico al fomentar que las cepas bacterianas que viven en el interior del infante se fortalezcan a largo plazo. De todas formas, en los niños ingresados el abordaje cambia drásticamente.
Tratamiento hospitalario
Cuando un infante es ingresado por bronquiolitis, la mayor preocupación es que este vuelva a recuperar un ritmo respiratorio normal. Para ello, se aplica oxígeno (al 30-40 %) en una cánula nasal o mascarilla facial con el fin de que se mantenga una saturación de oxígeno mayor al 90 %. La entubación endotraqueal es necesaria en los casos más graves.
Por otro lado, también se busca que el paciente recupere un equilibrio hídrico natural. Para ello, se administran tomas de suero oral y, en los casos más comprometidos, de forma intravenosa (IV).
Recomendaciones en casa
La inmensa mayoría de los casos se tratan desde el domicilio con paciencia y dedicación. Si bien no es posible ayudar al niño a combatir la enfermedad, sus síntomas pueden verse reducidos con una serie de acciones muy sencillas. Entre ellas, se encuentran las siguientes:
- Mantener al infante hidratado: asegúrate de que el niño obtiene una cantidad de líquido adecuada con el fin de evitar que este se deshidrate como producto de la enfermedad.
- Realizar lavados nasales frecuentes: existen líquidos de venta libre en la farmacia que ayudan a descongestionar las vías respiratorias superiores tanto en infantes como en adultos. Esto facilitará la respiración al paciente.
- Mantener al niño incorporado, incluso cuando vaya a dormir: esto promoverá que el aire se mueva de forma adecuada, mucho mejor que si estuviese tumbado.
- Utilizar un humidificador: siempre es una buena idea colocar un vaporizador en la habitación del infante enfermo, sobre todo a la hora de dormir. Esto ablandará las mucosidades acumuladas y, por tanto, se aliviarán los síntomas de tos y congestión nasal.
Para saber más: “Hábitos que se deben inculcar a los niños”
Una enfermedad común que suele resolverse sola
Como hemos dicho en líneas previas, la bronquiolitis es una enfermedad extremadamente común en infantes y, por ello, no hay que preocuparse si un niño la sufre. La inmensa mayoría de los casos se resuelven por sí solos, así que solo hay que tener paciencia y seguir algunas indicaciones en el domicilio, con el fin de que el niño pueda estar más cómodo.
De todas formas, si notas alguno de los signos clínicos nombrados en el apartado de «posibles complicaciones», se hace esencial que acudas a un centro de urgencia con presteza. Si el niño ve comprometida de forma grave su capacidad respiratoria, su vida corre peligro a corto plazo.