El hígado inflamado también se conoce como hepatomegalia o inflamación hepática. Es una afección que surge cuando este órgano aumenta su tamaño. Al hacerlo, se manifiestan una gran diversidad de síntomas.
En la actualidad, la hepatomegalia es una afección cada vez más frecuente. Esta condición advierte un enfermedad de base del hígado o de otros órganos, como el corazón. Por fortuna, puede corregirse al tratar el problema subyacente. Para saber cómo detectarlo te recomendamos seguir leyendo este artículo.
El hígado, un órgano clave
El hígado es un órgano sólido ubicado en la parte superior derecha del abdomen, por debajo del diafragma. De forma clásica, se divide en dos lóbulos principales, derecho e izquierdo; y dos lóbulos accesorios, el cuadrado y el de Spigel, de acuerdo con una publicación de EMC – Técnicas Quirúrgicas – Aparato Digestivo.
Este órgano cuenta con una gran red de venas y filtros enzimáticos que le permiten cumplir varias funciones de depuración y metabolismo en el cuerpo humano. Actúa del siguiente modo:
Desintoxica el organismo.
Limpia la sangre.
Lucha contra diferentes infecciones.
Almacena vitaminas y energía.
Segrega la bilis, sustancia necesaria para la digestión de las grasas.
Estas son acciones que garantizan que dispongamos de una buena calidad de vida. En este sentido, cualquier proceso que cambie su estructura y funcionamiento, producirá alteraciones en todo el organismo.
La hepatomegalia
Se define como «hepatomegalia» al aumento patológico del tamaño del hígado. No se trata de una enfermedad como tal, sino de un signo de un problema subyacente. Es decir, es una manifestación de una afección de fondo.
Un estudio de la revista Clinical Liver Disease, describe que el hígado normal del adulto tiene un peso aproximado de 1.400 gramos en las mujeres y 1.800 gramos en los hombres, lo que supone alrededor del 2 % del peso. Si se toma como referencia la línea medioclavicular, este mide 12 centímetros de largo en la mujer y 15 centímetros en el hombre.
La hepatomegalia no solo se cursa con el agrandamiento o ensanchamiento del hígado. También significa que dicho órgano superará los límites considerados como normales para él mismo, lo cual puede llegar a causar muchas molestias.
A su vez, los órganos a su alrededor dejarán de funcionar como deberían. Así pues, cuando el hígado se encuentra en mal estado, el resto del organismo podría fallar.
¿Cómo saber si tengo el hígado inflamado?
Saber si tenemos el hígado inflamado no es una tarea fácil. Sin embargo, hay ciertas molestias que podrían darnos una pista de que deberíamos acudir al médico para una evaluación.
1. Dolor
Aunque el dolor puede llegar a ser muy silencioso al principio, evolucionará en intensidad con los días. Lo característico de este malestar radica en su ubicación. Siempre se encontrará en el lado superior derecho del abdomen. Además, puede extenderse a la zona lumbar o dorso derecho.
La hepatomegalia también causa distensión de la cápsula hepática, por lo que el dolor suele ser de tipo sordo, es decir, como una sensación de pesadez en la zona, según el libro Clinical Methods.
2. Distensión abdominal
Un síntoma frecuente es la sensación de hinchazón en el abdomen. Algunas personas lo describen como pesadez o indigestión. Esta inflamación aumentará con el paso del tiempo de manera gradual, precediendo y luego acompañando al dolor abdominal.
Un estudio del World Journal of Gastroenterology describe que el 80 % de las personas con cirrosis hepática padece de síntomas gastrointestinales. De este grupo, la distensión abdominal está presente en el 49,5 % de los casos.
3. Fiebre
La fiebre es uno signos de alteración en la salud debido a infecciones por virus, bacterias o parásitos. No obstante, también puede estar relacionada con el hígado.
Si presentas fiebre continua quiere decir que algo no está yendo bien con tu cuerpo. A su vez, si tienes el hígado inflamado es usual tener fiebre con regularidad. De hecho, la hepatitis viral es una causa común de fiebre y agrandamiento hepático, según una publicación de Stat Pearls.
4. Ictericia
La ictericia va ligada con la salud de nuestro hígado. Si el hígado se encuentra en mal estado comenzarás a notar que tu piel y tus ojos se tornan amarillos.
Este síntoma se produce por un aumento de la bilirrubina en sangre, por encima de 1 mg/dl. De acuerdo con una revisión de Stat Pearls, la presentación clínica de coloración amarillenta en la esclerótica del ojo se aprecia mejor cuando los niveles de bilirrubina alcanzan más de 3 mg/dl.
En situaciones normales, el hígado metaboliza la bilirrubina y favorece su excreción. Sin embargo, cuando existe una afección de este órgano la bilirrubina se acumula en el cuerpo.
5. Náuseas
Recuerda que el hígado se encarga de eliminar toxinas y sustancias que nuestro cuerpo no puede procesar. Esto nos lleva a otro síntoma característico: las náuseas.
Si el hígado falla, algunas comidas serán difíciles de digerir, causando náuseas y malestar general. Por ejemplo, aquellas que contengan exceso en grasas, sal, harinas e inclusive aquellas muy sazonadas.
Una investigación de la Revista Médica del Instituto Mexicano del Seguro Social, sugiere que las personas con enfermedad de hígado graso no alcohólico pueden manifestar náuseas, hepatomegalia, fatiga y dolor abdominal. Siendo esta la enfermedad hepática crónica más común.
6. Heces
En la mayoría de los casos, es posible valorar el estado de la salud de nuestro organismo con base en las características de las heces y la orina. Aunque no es agradable prestarles atención, es bueno detenerse a observarlos durante un par de segundos.