La flebitis se caracteriza por la aparición de un coágulo en una vena o grupo de venas, ya sean estas superficiales o internas. El tratamiento suele ser bastante sencillo, pero requiere presteza.
La flebitis, también conocida como tromboflebitis, es un proceso inflamatorio que se deriva de la formación de un coágulo de sangre que bloquea una o más venas, por lo general en la pierna. Existen dos tipos principales: la superficial —cerca de las partes más externas de la piel— y la profunda —dentro de un músculo—.
Según portales médicos profesionales, la tromboflebitis superficial es una patología bastante común, pues se estima que el 3 al 11 % de la población general la sufre en algún momento. Su aparición es más común a partir de la sexta década de vida y en el género femenino.
Como hemos dicho, la flebitis se distingue en dos categorías: superficial y profunda —también conocida como trombosis venosa profunda o TVP—. Los signos clínicos variarán dependiendo de cada una. Aún así, la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos nos muestra los síntomas generales:
La tromboflebitis superficial se ve acompañada por el enrojecimiento de la piel y la aparición de un cordón rojo y duro bajo ella, sensible al tacto. La TVP es menos evidente, pues se caracteriza por dolor e hinchazón generalizada.
La flebitis se produce cuando un coágulo sanguíneo se asienta en una o más venas, lo que genera una hinchazón en ellas. La Clínica Mayo y otras fuentes ya citadas nos muestran las causas más comunes de esta patología. Entre ellas encontramos las siguientes:
En general, los coágulos venosos aparecen cuando algo desacelera o cambia el flujo de sangre en las venas. Cualquier patología que tenga este efecto secundario (desde la obesidad hasta ciertos procesos quirúrgicos) puede desembocar en una flebitis superficial o profunda.
El proveedor de atención médica suele diagnosticar al paciente basándose en la apariencia de la zona afectada. De todas formas, si no puede identificar la causa subyacente de la flebitis de forma sencilla se puede requerir de estudios de coagulación sanguínea, venografías —rayos X para ver las venas—, pruebas genéticas y tipos especiales de ecografía.
La edad media de los pacientes con flebitis es de más de 60 años, principalmente del sexo femenino. Además, el 90 % de las tromboflebitis superficiales están asociadas a personas que presentan venas con várices, mientras que solo un 10 % de ellas corresponden a pacientes con venas sanas.
Según la fundación AXA Healthkeeper, existen diversos factores de riesgo que promueven el desarrollo de una flebitis. Entre ellos encontramos los siguientes:
Más allá de estos eventos comunes, también puede propiciarse por la presencia de marcapasos en las venas centrales, antecedentes familiares de trastornos de coagulación sanguínea, historial de accidentes cerebrovasculares y otros muchos cuadros clínicos más. Cualquier patología que modifique el flujo venoso se puede traducir en una flebitis.
En lo que a las complicaciones se refiere, si la flebitis se identifica a tiempo se puede tratar de forma adecuada. Si no se aborda correctamente, por desgracia, puede aparecer un coágulo de sangre en los pulmones, en un evento conocido como embolia pulmonar.
El angiólogo y el cirujano vascular son los profesionales encargados de abordar un cuadro de flebitis. El proveedor de salud suele recetar los siguientes medicamentos en los casos menos graves: analgésicos, anticoagulantes y antitrombóticos para disolver el coágulo.
En los pacientes con un cuadro clínico más difícil de abordar se puede contemplar la extirpación quirúrgica de la vena obstruida si esta es superficial. O también realizar un bypass venoso. Estos procedimientos son mucho menos comunes que los ya citados.
Como habrás podido observar, la flebitis es una patología bastante común, sobre todo en aquellas personas con edad avanzada que presentan várices en las piernas. Se trata de un cuadro clínico con un pronóstico positivo, pero si no se aborda a tiempo puede agravarse.
Para evitar la flebitis, lo mejor que puedes hacer es llevar un estilo de vida saludable: muévete, haz ejercicio, no consumas tabaco y mantente lejos de los alimentos hipercalóricos. La obesidad puede causar múltiples enfermedades y los trombos son una de ellas.
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