Durante la Navidad, las reuniones familiares suelen incluir comidas abundantes y comentarios sobre el cuerpo o los hábitos alimentarios. Estas observaciones, aunque parezcan inocentes, pueden generar tensión emocional y afectar tanto a jóvenes como a adultos.
Expertos señalan que los comentarios sobre el peso o la apariencia física activan inseguridades y aumentan la autocrítica. Lo que debería ser un momento de disfrute, a menudo se convierte en un escenario de culpa y malestar psicológico.
La psicóloga Regina López explica que la presión social y la idealización de la delgadez intensifican la vigilancia sobre la propia alimentación y la forma de vestir. Las personas con historial de dietas o perfeccionismo corporal son las más vulnerables.
Escuchar frases como “deberías comer menos” o “prueba esto” puede afectar la regulación emocional y generar tensión muscular o ansiedad antes, durante y después de la reunión. La anticipación de estos comentarios aumenta el estrés y la insatisfacción con el cuerpo.
Para reducir el impacto negativo, los especialistas recomiendan establecer límites claros y preparar respuestas simples ante comentarios incómodos. Tomar descansos durante las reuniones y priorizar el autocuidado permite disfrutar de la comida sin culpa ni presión.
Asimismo, contar con apoyo familiar respetuoso y, si es necesario, acompañamiento psicológico ayuda a mantener una relación sana con la alimentación y la imagen corporal. Las fiestas deben ser un momento de disfrute, no de juicio ni presión sobre el cuerpo.
