Cuando los niveles de triglicéridos son más bajos que lo considerado normal, pueden aparecer síntomas no tan específicos ni fáciles de detectar. En general, no es una situación riesgosa, pero valores extremadamente reducidos ameritan atención.
La preocupación más habitual aparece en el escenario contrario, cuando tenemos los triglicéridos altos. Su exceso en la sangre contribuye a la aterosclerosis y aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Ahora bien, los triglicéridos muy bajos o hipotrigliceridemia, a veces, señala problemas de salud subyacentes. Te lo contamos.
¿Por qué son importantes los triglicéridos?
Los triglicéridos son un tipo de grasa que forma parte del tejido adiposo del cuerpo y que también circula por la sangre. Son necesarios, ya que nos proporcionan energía, tanto de manera inmediata como almacenada.
El hígado produce triglicéridos y también los obtenemos a través de los alimentos, a partir de los ácidos grasos que el intestino absorbe.
Una vez que el cuerpo toma las calorías que necesita de los alimentos, el exceso se convierte en triglicéridos. Los mismos se almacenan en las células adiposas para ser utilizados en el futuro.
Valores normales y cuándo se consideran bajos
Los triglicéridos se miden en la sangre en miligramos por decilitro (mg/dL). El análisis llamado panel de lípidos se utiliza para conocer sus niveles, junto con otros tipos de grasas, como el colesterol total, el LDL (colesterol malo) y el HDL (colesterol bueno).
Los siguientes son los niveles posibles de triglicéridos en ayunas:
Normal: menos de 150 mg/dL.
Elevado: 150 a 199 mg/dL.
Alto: 200 a 499 mg/dL.
Muy alto: 500 mg/dL o más.
Aunque no existe un valor mínimo determinado, se considera que están bajos cuando son inferiores a 50 mg/dL.
Causas de los triglicéridos bajos
Aunque no es un escenario muy común, tener los triglicéridos muy bajos puede ocasionar algunos síntomas, derivados de las causas subyacentes. Entre sus orígenes más importantes se encuentran los siguientes.
Dieta baja en grasas
La creencia común de que quitar los lípidos de la dieta es beneficioso para la salud y para el control del peso, no es del todo precisa. Aunque se recomienda moderar el consumo, sobre todo de grasas saturadas y trans, eliminarlas por completo puede no ser óptimo.
Una dieta baja en grasas podría significar un aporte energético insuficiente. Ello interferirá con el correcto funcionamiento del cuerpo.
Eliminar las grasas de la dieta también afecta la saciedad y conduce a una ingesta excesiva de carbohidratos. Esta conducta alimenticia, en realidad, puede aumentar el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina y obesidad.
Finalmente, hay que considerar que las vitaminas liposolubles (A, D, E, K) necesitan de las grasas para ser absorbidas. Es decir que, si no hay suficientes lípidos en la dieta, estos micronutrientes no alcanzarán la sangre en la cantidad recomendada.
Dado que las grasas son una parte esencial del metabolismo humano, es importante consumirlas en un volumen adecuado. Se deben preferir las más saludables, como las monoinsaturadas y las poliinsaturadas. Más allá de la cantidad, son las fuentes alimentarias y la calidad las que desempeñan un papel importante en la salud.
Hipertiroidismo
El hipertiroidismo es una enfermedad caracterizada por un aumento en la actividad de la glándula tiroides y una producción excesiva de sus hormonas. La condición puede tener un impacto significativo en varios aspectos del metabolismo, incluidos los niveles de triglicéridos en la sangre.
Las personas con hipertiroidismo experimentan los siguientes síntomas:
Piel delgada y cabello fino.
Palpitaciones o taquicardia.
Pérdida de peso involuntaria.
Mayor ansiedad o nerviosismo.
Bocio o agrandamiento de la glándula tiroides.
Una de las principales características de esta enfermedad es el metabolismo acelerado, lo que hace que el cuerpo utilice energía a un ritmo más rápido de lo normal. Esto puede llevar a un incremento en el uso de los triglicéridos como fuente de combustible, disminuyendo sus niveles en la sangre.
El hipertiroidismo se diagnostica mediante un análisis que mide los niveles hormonales (tiroxina y estimulante de la tiroides). Una vez diagnosticado, el tratamiento implica el uso de medicamentos y cambios en el estilo de vida.
Desnutrición
La desnutrición ocurre cuando el cuerpo no recibe la cantidad adecuada de nutrientes esenciales. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2022, 390 millones de adultos de 18 años o más, en todo el planeta, tenían bajo peso.
Esta condición se vincula a deficiencias significativas de macronutrientes, incluidos los lípidos. Los síntomas que se pueden presentar son los siguientes:
Mejillas y ojos hundidos.
Depresión, ansiedad e irritabilidad.
Abdomen protuberante o hinchado.
Uñas quebradizas, piel seca y cabello débil.
Pérdida de peso, grasa corporal y masa muscular.
Cuando una persona sufre desnutrición grave, el cuerpo agota sus reservas de grasa y utiliza los triglicéridos almacenados como última fuente de energía. Esto puede resultar en niveles sanguíneos que quedan por debajo del rango normal.
La desnutrición puede deberse a problemas sociales, trastornos alimentarios y condiciones médicas que afecten la absorción de nutrientes. El abordaje básico consiste en aumentar la ingesta de alimentos y, en algunos casos, suplementar con vitaminas y minerales.
Síndrome de mala absorción
Esta condición ocurre cuando el intestino delgado no puede absorber de manera adecuada los nutrientes de los alimentos. Puede afectarse la asimilación de los carbohidratos, las proteínas o las grasas.
Por ende, a pesar de comer los productos adecuados, sus componentes no llegan a la sangre. Si se afecta la absorción de lípidos, habrá niveles bajos de triglicéridos en la sangre y síntomas asociados a ello.
El síndrome de mala absorción puede responder a enfermedades digestivas o sistémicas, como la celiaquía, la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa, el cáncer, el SIDA y los problemas hepáticos. También puede estar asociado al uso de ciertos medicamentos y a tratamientos con radiación.
La mala absorción de grasas puede llevar a una condición conocida como esteatorrea, caracterizada por la presencia de grasa no digerida en las heces. En este caso, la materia fecal se presenta pálida, maloliente, voluminosa, flotante y con gotas de aceite alrededor.
Ayuno a largo plazo
El ayuno, definido como la abstinencia de comida y bebida, es un hábito que algunas personas adoptan para mejorar su salud o con motivos religiosos. Aunque son necesarias más investigaciones en humanos que lo confirmen, la práctica podría tener ciertos beneficios, como contribuir a la pérdida de peso y a la reducción de los niveles de azúcar y lípidos en la sangre.
Según un estudio publicado en Annals of Medicine, las personas con obesidad que practicaron ayuno en días alternos durante 10 semanas experimentaron una reducción significativa del colesterol total, el colesterol LDL y los triglicéridos. Estos resultados sugieren que el ayuno puede ser una herramienta eficaz para mejorar ciertos indicadores de salud.
Sin embargo, para aquellos que ya tienen niveles normales, ayunar podría llevar a una disminución excesiva y no deseable de los triglicéridos. Por ende, si se desea practicar cualquier tipo de ayuno, se debería contar con la evaluación de un nutricionista.
