En las profundidades de nuestro intestino existe un universo paralelo e invisible de billones de microorganismos que están trabajando incansablemente.
Esta inmensa comunidad, conocida como microbiota intestinal, no es simplemente un grupo de bacterias; es un órgano funcional que influye en todos los aspectos de nuestra salud. Tanto como influye nuestro cerebro. En la sección de hoy, te explicaré por qué este “segundo cerebro” es tan vital para nuestro metabolismo.
Un ecosistema muy personal
Una microbiota diversa y equilibrada nos ayuda a digerir alimentos que de otra forma serían inaccesibles, como la fibra, y a producir vitaminas esenciales como la B y la K. El 70% de nuestras células de defensa residen en el intestino y entrenan a nuestro sistema inmune para que distinga entre microorganismos beneficiosos y “enemigos” (patógenos), protegiéndonos de infecciones.
El eje intestino-cerebro
Es una conexión invisible que modula nuestra salud mental. La ciencia ha comenzado a revelar una red de comunicación bidireccional que conecta dos de los sistemas más complejos del cuerpo humano: el intestino y el cerebro.
Esta autopista de información, ha revolucionado la comprensión de cómo nuestra salud digestiva influye en nuestra salud mental, y viceversa.
Tradicionalmente, el cerebro se consideraba el órgano “jefe” aislado por las paredes del cráneo y en control de todas las funciones corporales. Sin embargo, investigaciones recientes demuestran que el intestino es además un órgano de digestión y un centro de control con una influencia profunda en el sistema nervioso.
La microbiota actúa como un intermediario clave enviando señales al cerebro a través de múltiples vías. El nervio vago es el principal canal de comunicación. Este extenso nervio actúa como una “carretera de la información” que conecta directamente el intestino con el tronco encefálico.
La microbiota puede influir en las señales que se transmiten a través de este nervio, afectando la actividad cerebral y la respuesta emocional.