Prevenir la obesidad infantil es posible, descubre cómo hacerlo
Para prevenir la obesidad infantil es primordial incentivar la práctica de hábitos saludables desde los primeros años de vida. Si bien hay múltiples factores que inciden en el desarrollo de este trastorno, una adecuada nutrición y la práctica de ejercicio disminuyen el riesgo.
Un niño tiene obesidad cuando su peso está por encima de lo normal para su edad y estatura. Esta condición es bastante preocupante para los padres, ya que conduce al desarrollo de enfermedades peligrosas como la diabetes, hipertensión y colesterol alto, tal y como evidencia esta investigación publicada en los Anales del Sistema Sanitario de Navarra.
Además, puede ser un detonante de depresión y problemas de autoestima, sobre todo cuando el menor está en etapa escolar. ¿Cómo detectar la obesidad infantil? ¿Qué puede ayudar a evitarla? A continuación, te ayudamos a resolver estos interrogantes.
Síntomas de la obesidad infantil
Es muy importante tener en cuenta que no todos los niños que tienen algunos “kilos de más” padecen sobrepeso u obesidad. Algunos tienen una estructura corporal más grande que el promedio para su edad. De igual forma, el peso va cambiando en cada etapa de desarrollo.
Por lo tanto, para hablar de obesidad infantil se debe contar con el diagnóstico de un profesional. El médico puede evaluar el índice de masa corporal (IMC) para determinar si efectivamente se trata de este problema. Además, el menor puede presentar síntomas como los siguientes:
- Presión arterial alta.
- Hipercolesterolemia.
- Baja adaptación al ejercicio físico.
- Tendencia a tener crisis de asma.
- Aislamiento social y dificultades para tener amigos.
- Dificultad para dormir bien y ronquidos.
- Depresión y ansiedad.
- Problemas articulares y óseos.
- Trastornos cutáneos.
- Baja autoestima.
Consejos para prevenir la obesidad infantil
Los factores genéticos y hormonales inciden en el peso de los niños. Sin embargo, los principales responsables del sobrepeso tienen que ver con el estilo de vida y la alimentación. Por lo tanto, para prevenir la obesidad infantil se pueden aplicar algunas recomendaciones.
Amamantar
El primer paso para prevenir la obesidad infantil es alimentar al bebé con leche materna durante los primeros seis meses de vida. De hecho, se aconseja extender la lactancia hasta el primer año, ya que es un buen complemento para su nutrición.
En este sentido, varias investigaciones coinciden en que alimentar al bebé recién nacido exclusivamente con leche materna está asociado a un menor riesgo de padecer obesidad infantil. Dicho riesgo disminuye todavía más si la lactancia se prolonga más allá de los seis meses.
Ver también: 8 beneficios de la lactancia para la madre y el bebé
Planear una buena alimentación
Los buenos hábitos alimentarios son determinantes para que los niños tengan un peso saludable. Por eso, enseñarles a comer bien desde los primeros años de vida puede ayudar a evitar sobrepeso y enfermedades relacionadas. ¿Qué significa una buena alimentación?
La dieta de los niños cambia en cada una de sus etapas de desarrollo por las necesidades nutricionales que van adquiriendo. Sin embargo, en términos generales, una buena alimentación es la que incorpora alimentos sanos, de buena calidad.
Los padres tienen la responsabilidad de diseñar menús acordes para sus hijos. Así pues, estos deben seguir las pautas de la pirámide nutricional, sin restricciones o extremos. Los niños pueden consumir los siguientes alimentos:
- Abundantes frutas y vegetales.
- Lácteos bajos en grasa.
- Cereales integrales y legumbres.
- Semillas y frutos secos (excepto los niños pequeños por el riesgo de atragantamiento).
- Jugos naturales y agua.
- Carnes magras y pescado.
Incentivar la actividad física para prevenir la obesidad infantil
El mejor complemento de una buena nutrición para prevenir la obesidad infantil es el ejercicio físico, como evidencia este estudio publicado en la Revista Médica Clínica Las Condes. Aunque los niños pequeños no deben seguir una rutina estricta, sí pueden hacer actividades deportivas que les permita estar activos y fuera del sedentarismo.
Los juegos al aire libre, los deportes y el baile son algunas formas divertidas de incentivarles la actividad física contra el exceso de peso. Ahora bien, lo ideal es dedicarles por lo menos 20 minutos, 3 o 5 veces a la semana.
Controlar el consumo de dulces y frituras
Los niños son amantes de los dulces y snacks; de hecho, su sabor les resulta tan exquisito, que muchos quisieran usarlos para remplazar las comidas principales. ¡Mucho cuidado! Aunque en pequeñas cantidades son inofensivos, su consumo habitual influye en el sobrepeso y obesidad.
Estos alimentos causan desórdenes metabólicos que conducen a una acumulación excesiva de grasa. Asimismo, pueden provocar aumento de azúcar en la sangre, exceso de colesterol y dificultades en la nutrición. Los más populares son:
- Patatas de bolsa.
- Bombones y golosinas.
- Productos de bollería industrial.
- Carnes embutidas o comida chatarra.
Preparar loncheras sanas
Los productos industriales que venden para las loncheras de los niños no son la mejor opción para prevenir la obesidad infantil. Aunque no todos son dañinos, la mayoría contiene azúcares y añadidos químicos que pueden afectar la salud.
Por eso, para garantizarles un peso sano y buena concentración, lo ideal es prepararles loncheras sanas con anticipación. Hay muchos ingredientes para ayudarles a calmar el hambre en la escuela o entre comidas. Algunas opciones son las siguientes:
- Gelatina con fruta.
- Manzanas y peras.
- Yogur natural.
- Sándwiches vegetales.
- Leches vegetales.
En definitiva, los padres deben involucrarse en el plan para prevenir la obesidad infantil, sobre todo si hay factores de riesgo. Enseñar hábitos sanos y mantener controles médicos regulares es clave para que no se desarrolle este problema.