Los ácidos grasos omega-3 son una familia de grasas poliinsaturadas entre las que destacan el ácido docosahexaenoico (DHA), el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido alfa-linolénico (ALA), aunque en total son seis.
En general, el DHA y el EPA se encuentran en grandes cantidades en el pescado azul y en los aceites de pescado. Los especialistas de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA) señalan que ente los alimentos más ricos en estos ácidos grasos están el salmón, la caballa, el atún fresco, el arenque, las sardinas y las anchoas.
Por su parte, el ácido alfa-linolénico está presente en alimentos de origen vegetal, sobre todo, en las semillas de chía y lino y en las nueces. Aunque en menor medida, también se halla en otros frutos secos, semillas y en algunas legumbres. “En el caso de las semillas, es importante destacar que, para un mayor aprovechamiento y asimilación, deberían consumirse molidas, trituradas o en remojo durante al menos una hora. Esto se debe a que, si las consumimos en crudo, desaprovechamos parte porque no podrá absorberse a nivel intestinal”, apuntan los expertos de la SEDCA.
Los ácidos grasos omega-3 cumplen diversas funciones en nuestro cuerpo. “Son componentes importantes de las membranas que rodean cada célula del organismo. Las concentraciones de DHA son especialmente altas en la retina, el cerebro y los espermatozoides. Los omega-3 también aportan calorías para dar al organismo energía y tienen muchas funciones en el corazón, los vasos sanguíneos, los pulmones, el sistema inmunitario y el sistema endocrino”, precisan desde los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés).
La capacidad de atención de los adolescentes.
Ya eran conocidas las contribuciones de los ácidos grasos omega-3 para la salud cardiovascular, la regulación de los lípidos en la sangre o su papel antioxidante y antiinflamatorio, entre otros beneficios. Pero, además, un reciente estudio realizado por ISGlobal y el Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili ha hallado que el DHA está asociado a una mayor capacidad de atención selectiva y sostenida en adolescentes, mientras que el ácido alfa-linolénico se asocia con una menor impulsividad.
Durante la adolescencia se dan relevantes cambios estructurales y funcionales en el cerebro, sobre todo en la zona prefrontal, que juega un papel importante en el control de la atención. Por otro lado, se sabe que los ácidos grasos omega-3 son esenciales para el buen desarrollo y funcionamiento del cerebro. El más abundante en el cerebro, particularmente en la zona prefrontal, es el DHA, que se adquiere a través del consumo de pescados grasos.
“A pesar de la conocida importancia del DHA en el desarrollo cerebral, pocos estudios han evaluado si juega un papel en la capacidad de atención de adolescentes sanos,” comenta Jordi Júlvez, coordinador del estudio. “Además, el posible papel del ácido alfa-linoleico, otro omega-3 pero de origen vegetal, no ha sido tan ampliamente estudiado,” añade.
El objetivo del estudio llevado a cabo por ISGlobal y el Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili era determinar si un consumo más elevado de DHA y de ácido alfa-linolénico estaba asociado a una mayor capacidad de atención en un grupo de 332 adolescentes de diferentes colegios de Barcelona (noreste de España).
Para ello, los participantes fueron sometidos a pruebas informatizadas que miden tiempos de reacción para determinar la capacidad de atención selectiva y sostenida, la capacidad de inhibición ante estímulos de distracción y la impulsividad. Además, contestaron una serie de preguntas sobre hábitos dietéticos y dieron muestras de sangre para analizar sus niveles de DHA y ALA.
Los resultados mostraron que unos niveles más altos de DHA se asocian con una mayor capacidad de atención selectiva y sostenida, así como con más capacidad de inhibirse ante las distracciones. En cambio, el ácido alfa-linolénico (ALA) no se asoció con la capacidad de atención, pero sí con una menor impulsividad.
“Aún no está claro el papel del ALA en la atención, pero este hallazgo puede ser clínicamente relevante, ya que la impulsividad es una característica de varias afectaciones psiquiátricas, como el TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad)”, explica Ariadna Pinar-Martí, primera autora del estudio.
“Nuestro estudio indica que el DHA en la dieta, muy probablemente, juega un rol en las tareas que requieren atención, pero se necesitan más estudios para confirmar una causa-efecto, particularmente para entender el rol del ALA”, subraya Jordi Júlvez.
No obstante, los hallazgos de esta investigación se suman a la evidencia ya existente sobre la importancia de consumir pescados grasos, la principal fuente de DHA, en una etapa trascendental del desarrollo del cerebro, antes de alcanzar la edad adulta.