Quiste de Baker: ¿qué es?
El quiste de Baker es una acumulación de líquido que da origen a un abultamiento en la parte posterior de la rodilla. Lo más común es que no cause síntomas.
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El quiste de Baker es una acumulación anormal de líquido sinovial. Fue descrito por primera vez en 1840 por Adams, pero fue Baker quien publicó una amplia exposición acerca de este y de ahí se desprende el nombre de esta patología.
No hay datos suficientes para establecer con exactitud cuál es la prevalencia de esta enfermedad, ya que el porcentaje varía dependiendo de la técnica de diagnóstico que se utilice. Por eso, se calcula que el quiste de Baker está presente en un segmento de la población que varía entre el 5 y el 38 %.
Algunos estudios señalan que el quiste de Baker se presenta en el 26 % de las personas con edades comprendidas entre los 31 y los 50 años. Así mismo, aparece en el 53 % de los adultos entre los 51 y los 90 años. Sin embargo, no hay total consenso frente a la validez de esas cifras.
¿Qué es el quiste de Baker?
El quiste de Baker, o quiste poplíteo, es una acumulación anormal de líquido articular o líquido sinovial en la parte de atrás de la rodilla, a la que comúnmente se le llama ‘corva’. De este modo, se forma una protuberancia que a veces causa algunas molestias.
Cuando la rodilla no funciona adecuadamente, o presenta algún problema, se produce mayor cantidad de líquido sinovial. A esto se le conoce como ‘derrame articular‘. A raíz de esto, el exceso de líquido se va acumulando y da lugar a la aparición del quiste de Baker.
El líquido sinovial, o líquido articular, cumple con el papel de lubricar la rodilla. Comienza a acumularse debido a que la membrana sinovial, que es una capa que recubre la articulación, está debilitada. Si esto sucede, se forma el quiste detrás de la rodilla, en una zona que técnicamente se conoce como ‘hueco poplíteo’.
Por qué se produce
Como ya se anotó, el exceso en la producción de líquido sinovial tiene lugar cuando existe algún problema en la rodilla. Esto puede suceder a cualquier edad, por lo que siempre es importante prestar atención a cualquier problema en la articulación.
En el caso de las personas jóvenes, lo usual es que el quiste de Baker aparezca como resultado de un traumatismo. Por lo general, surge tras una lesión en los ligamentos de la rodilla o una rotura de meniscos. Solo en muy pocos casos es fruto de un desgaste articular.
En el caso de las personas mayores, la causa más frecuente de esta patología son los procesos inflamatorios o degenerativos. Principalmente, obedece a enfermedades como artritis reumatoide o artrosis.
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Cómo se detecta el quiste de Baker
Lo más habitual es que el quiste de Baker no presente ningún síntoma. Simplemente, se ve como un abultamiento en la parte de atrás de la rodilla. Se percibe blando al tacto, como si estuviera lleno de agua. Sin embargo, en algunos casos se puede romper; de ser así, provoca dolor, inflamación y hematoma.
Algunas personas pueden experimentar cierta rigidez o dificultad para flexionar la rodilla. Si el quiste comprime venas o nervios, el dolor puede ser frecuente y además causar cierta dificultad para caminar. También puede producirse un dolor más incisivo después de hacer ejercicio.
Es muy importante acudir al médico si aparece el abultamiento en la parte posterior de la rodilla, ya que, o bien se trata del quiste de Baker, o bien puede ser un coágulo sanguíneo. En algunos casos, se trata de una trombosis venosa profunda.
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Datos a tener en cuenta sobre el quiste de Baker
Por lo general, el quiste de Baker se detecta simplemente con el examen físico practicado por el médico. A veces, se hace una prueba de transiluminación, que consiste en proyectar una luz a través de la protuberancia; esto revelará que la masa está llena de líquido.
De cualquier modo, el quiste de Baker no se considera una afección grave y por eso, habitualmente, no requiere de tratamiento. Lo usual es que más bien se busque corregir la causa que lo produce, bien sea una lesión o una enfermedad de base.
Solo si hay síntomas molestos, en algunos casos se opta por la cirugía. Sin embargo, esto es muy raro, ya que la misma puede causar daño en los vasos sanguíneos o los nervios cercanos. Así mismo, existe una alta probabilidad de que el quiste reaparezca tras la intervención.
Este tipo de quistes no causan daños a largo plazo y suelen tener síntomas intermitentes; es decir, aparecen y desaparecen varias veces. Es muy raro que ocasionen limitaciones y, por lo general, quienes lo padecen mejoran con el tiempo.