DE SALUD Y OTRAS COSAS: La covidianidad
Por César Mella
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Estamos frente a una pandemia que ha cobrado mil muertos en nuestro país y que casi llega a 15 millones de afectados en el mundo.
Que el mundo recuerde la gran epidemia de gripe española del año 1918 mató a 50 millones de seres humanos.
La presente pandemia solo en los Estados Unidos ha quitado la vida a más ciudadanos que las Guerras de Vietnam, Irak, y en las Guerras Mundiales, según se dice.
Es una enfermedad infecciosa que la produce una partícula (virus) tan pequeñita que penetra al interior de las células y distorsiona todo el metabolismo corpóreo y la falta de aire es desesperante.
Solo un pequeño porcentaje de los afectados requieren hospitalización, la gran mayoría discurre como una gripe o un catarro común y corriente.
Es contagiosa y se transmite por las gotitas de secreciones nasales, bucales u oculares que se generan en la afección.
¿Cuáles son los síntomas habituales?
Fiebre
Tos seca
Cansancio
¿Qué otros síntomas menos comunes pueden presentarse?
Molestias diversas y dolor en todo el cuerpo
Dolor de garganta
Diarrea
Conjuntivitis
Dolor de cabeza
Pérdida del sentido del olfato y del gusto
Erupciones en la piel
Alteración del color de los dedos de las manos.
La enfermedad se transmite por las gotículas que el afectado expele al toser o al ponerse en contacto con un susceptible y se absorben por las vías aéreas, bucales u oculares.
No existe una vacuna específica para contrarrestar la enfermedad.
Usar mascarilla, lavarse las manos y mantener el distanciamiento físico son las tres medidas preventivas que hacen una suerte de consigna.
En nuestro país la pandemia ha seguido un curso agresivo y de marzo al día de hoy se han celebrado tres procesos electorales , que junto a la indisciplina ciudadana han mantenido imperturbable al quebranto.
La falta de pruebas que permitan aislar los portadores asintomáticos de los sintomáticos; el desborde de la capacidad instalada de camas del sector público y privado. A ello se agrega la escasez de los oxigenadores o sets de cuidados intensivos para paciente entubados, ha limitado el combate exitoso a la pandemia.
El sector oficial ha hecho un gran esfuerzo con pocos recursos y la vida económica del país va en declive.
Los centros educativos cerrados, más de un millón de desempleados y un Ejército tirado a las calles conteniendo la provocación e indisciplina de la gente.
El agotamiento del personal sanitario y el descuido de los programas para atender las enfermedades endémicas como el dengue, que transmiten los mosquitos, son la norma.
Las manifestaciones psicosociales han provocado un incremento del insomnio, la ansiedad, la depresión y otras condiciones psiquiátricas.
El distanciamiento forzoso tiene alejado del beso y del abrazo al dominicano, que es por naturaleza cariñoso y pegajoso.
Reacciones de desconfianza (paranoide) se observan en las filas de los establecimientos bancarios y en los supermercados.
Recientemente el psiquiatra español Enrique Rojas ha dicho que en el marco de la pandemia los psiquiatras serán los médicos de cabecera.