Enfermedad de Alzheimer, ¿Cada vez casos más jóvenes?
Por la doctora Marcia Castillo, médico neuróloga.
Yorgos Seferis en una ocasión escribió “Allí donde la toques, la memoria duele”. Aunque el Nobel de Literatura no lo dijo con un matiz meramente científico atinó 100%, pues si hay una enfermedad que donde coloca su mano aciaga deja una fisura irreversible, primero en el paciente mientras éste preserva su metacognición y luego en su nicho familiar cuando observan su ser querido perderse indefectible en los espejos fragmentados de su psiquis, esa es la Enfermedad de Alzheimer (EA).
La EA es la otra pandemia, la crónica, la ignorada, la que afecta 50 millones de personas en el mundo y hoy día estadísticamente es la primera enfermedad neurodegenerativa, cada 66 segundo en USA se diagnostica un caso nuevo y se estima que para el 2050 se triplicarán estos datos obligando a tomar medidas apremiantes para el diagnóstico, las intervenciones tempranas y en seguir apostando a una investigación concienzuda dirigida a la cura.
Otro costado de atención es la aparición cada vez más temprana, patrones más agresivos y en renglones etarios más jóvenes. La OMS reporta que de 9 a 13 por ciento de los casos rondan por debajo de 65 años, algunos ligados a factores heredofamiliares y otros sin factores de riesgos asociados, rubro de preocupación adicional ya que muchas de estas personas aún están en vida laboral y pertenecen a la población económicamente activa, representando no solo un problema sociosanitario sino una prioridad en los programas de gobiernos y los estamentos mundiales.
Existe un claro patrón in crescendo en adultos jóvenes que se ha venido exponenciando durante el confinamiento con el estrés psicosocial, con los cambios bruscos neurosociales, el miedo y la neurotoxicidad del cortisol a nivel de los circuitos hipocampales, la amígdala y otras estructuras ligadas a la parte cognitivo-conductual, el denominado cerebro pandémico, la coronafobia y la tormenta de cortisol ha sido una triada azarosa en cerebros que ya tenían deterioro leve pero también en aquellos susceptibles o con factores de riesgo.
Una de las frases que se ha hecho omnipresente en el quehacer de las neurociencias es “TIEMPO ES CEREBRO” no solo para resaltar la importancia del diagnóstico y abordaje temprano en las afecciones neurológicas sino para extender el salvoconducto de la neuroplasticidad, herramienta sin parangón en la que apoyamos la neuroestimulación y la rehabilitación en los trastornos neurocognitivos, tiempo es también un recurso invaluable cuando miramos con empatía todas las caras de este prisma, tiempo de educación pertinaz para reconocer los signos tempranos de la EA, tiempo de dar paso oportuno a los demás actores como neuropsicólogos, psicólogos de familia, trabajador social, asociaciones de salud y colectivos, todos tras el mismo norte “ofrecer la mejor calidad de vida al paciente y sus cuidadores”. Los pies en el hoy y la mirada en el mañana como dijo el gran Galeano “Hay un punto donde el presente y el pasado se encuentran, ese punto es el futuro”, allá vamos.