Lo que escribí hace más de 10 años.-
Por: César Mella
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La atención a la salud-enfermedad es uno de los bienes más preciados para una existencia digna y constituye un espacio de gran preocupación para el progreso de la especie humana.
En los años 70 todos los gobiernos del mundo proclamaron en Almá Atá ( ex URSS) la consigna: “Salud para todos en el año 2000”. Desde entonces la lucha de pueblos y gobiernos ha sido tesonera, pero las guerras, la desigualdad extrema, la pobreza, el hambre y los desórdenes ecológicos del medio ambiente, se han constituido en un desafío, que ha impedido la obtención de metas sanitarias a exhibir en pleno siglo XXI.
Factores coadyuvantes desafían la salud del hombre nuevo y libre al que aspiramos.
¿Cuáles?:
El narcotráfico, la desviación de recursos económicos con otros fines, el hacinamiento, la deposición de excretas al aire libre, la falta de agua potable, el desempleo, el analfabetismo y la falta de prevención adecuada de las enfermedades infecto-contagiosas, dan un cuadro que junto a los accidentes de tráfico y las enfermedades mentales, desafían a diario el sosiego y la felicidad de miles de seres humanos.
Junto a la vivienda, la educación, el empleo y políticas alimentarias, los países buscan el ansiado equilibrio biopsicosocial en paz y armonía.
El gasto en salud, se consume en nóminas y en atención secundaria o curativa.
La República Dominicana hace esfuerzos en cada periodo de gobierno por democratizar la salud, hacer los servicios solidarios, promover una seguridad social lo más amplia posible, instaurar la integración vertical de buenos servicios descansando en la atención primaria y culminando con la rehabilitación.
A pesar de dos grandes leyes sanitarias; preocupados por una irracional y desconectada producción de recursos humanos y con las dificultades crecientes del libre acceso a los servicios y a los fármacos, los retos en la salud se suman a un marco violento y de inseguridad ciudadana que debe ser objeto de análisis y compromiso de todas las instancias, no solo gubernamentales, sino también de la partidocracia.
Un gran pacto por la salud a largo plazo debe contemplar:
Promoción y educación para la salud en el marco de una seguridad social efectiva.
Atención primaria, protección específica (vacunas) y atención secundaria con integración de los servicios en un sistema nacional de salud.
Atención a las discapacidades físicas y mentales con rehabilitación plena.
Salud mental, apoyo familiar, pensiones justas. Pago por desempeño a todo el personal sanitario.
Trato exquisito a todos los usuarios teniendo como meta final el libre acceso a los servicios.
6.- Regular a las ARS o prestadoras de servicios, haciéndolas coexistir con una empresa estatal- (Senasa) -,competitiva y de calidad.
7.- Respetar los fondos de pensiones y jubilaciones que reposan en los bancos y que se nutren de la sangre, el sudor y las lágrimas de cadáveres vivientes que claman pensiones justas y dignas.
Si no disponemos de una recia voluntad política, si no somos capaces de concertar en los grandes pactos: fiscal, eléctrico, fortaleciendo las leyes electoral y de partidos y otros, la salud pública integral y duradera seguirá siendo una cenicienta que no tiene quien le escriba.