Tratamientos faciales no invasivos explicados por un experto
El mundo de la estética evoluciona cada año y los tratamientos faciales no invasivos se ganaron un lugar entre quienes buscan mejorar su apariencia sin recurrir a grandes intervenciones. Sin embargo, es importante entender que seguimos hablando de abordajes que deben ser realizados por profesionales de la salud.
El Dr. Alejandro Mazarro, especialista en cirugía de cabeza y cuello y experto en las técnicas menos invasivas de estética facial, dialogó con nosotros para explicarnos cómo son estos tratamientos y qué cuidados debemos tener. Según su experiencia, es muy frecuente que los pacientes se enfrenten a una gran cantidad de opciones para elegir, pero no sepan cuál les conviene o sean mal asesorados al tener que optar.
En definitiva, pareciese que es como un supermercado y que hay distintos productos para comprar a nuestro alcance. No obstante, cuando la elección se hace sin considerar la opinión profesional, se corre el riesgo de no alcanzar las expectativas o hasta sufrir un efecto secundario.
¿Qué son los tratamientos faciales no invasivos?
«Los tratamientos faciales no invasivos son los que no perforan la piel», nos explica el Dr. Mazarro. Se trata de procedimientos diseñados para mejorar la apariencia del rostro sin necesidad de una cirugía o de intervenciones profundas.
«Pero, por extensión, también incluimos aquí a los tratamientos mínimamente invasivos», complementa el especialista. Es decir, aquellos que no son quirúrgicos, pero que sí implican una perforación de la piel, como sucede con las inyecciones.
Así, entre los estrictamente no invasivos, tenemos a los siguientes:
- Láser para tratar manchas, arrugas y rojeces.
- Microdermoabrasión, con un dispositivo que exfolia la capa superficial de la piel con pequeños cristales.
- Peeling químico, que aplica ácidos suaves sobre la piel para eliminar células muertas y promover la regeneración.
- Radiofrecuencia, mediante ondas de radio que calientan las capas profundas de la piel y estimulan la producción de colágeno y elastina.
Por otro lado, los mínimamente invasivos serían los siguientes:
- Hilos tensores: se insertan hilos biocompatibles en la piel para proporcionar un efecto de levantamiento y tensado.
- Toxina botulínica: el bótox es una inyección que relaja los músculos faciales responsables de las arrugas dinámicas.
- Microneedling: emplea un dispositivo con pequeñas agujas que crean microperforaciones en la piel para estimular la producción de colágeno.
- Plasma rico en plaquetas: con la sangre del propio paciente procesada, se concentran las plaquetas y se inyectan en la piel para estimular la regeneración celular.
- Rellenos dérmicos: se utilizan sustancias como el ácido hialurónico, el colágeno o la hidroxiapatita de calcio para rellenar arrugas, líneas finas y volúmenes perdidos.
¿Por qué elegir un tratamiento facial no invasivo?
En general, los abordajes mínimamente invasivos suelen ser menos costosos que las opciones quirúrgicas. Ello puede ser un motivo más que suficiente para elegirlos.
Pero, en realidad, no se trata de optar solo de acuerdo al bolsillo. Según lo que nos comenta el Dr. Mazarro, hay otras varias ventajas:
- Existen menos posibilidades de infecciones.
- Hay menos dolor posterior a la intervención.
- Quedan menos moretones y hematomas en los días posteriores.
- La reincorporación a las actividades diarias se hace con celeridad.
«En medicina estética estamos buscando abordajes menos invasivos para favorecer la recuperación», afirma el cirujano. De este modo, la interrupción de la vida cotidiana es mucho más limitada.
¿Qué expectativas hay que tener con estos tratamientos?
Un punto fundamental en la medicina estética es la respuesta a las expectativas. Se puede pretender un resultado final que, quizás, no llegue, o desear una transformación que no se adapte a las posibilidades reales.
En principio, como aclara el Dr. Mazarro, debemos saber que «los tratamientos no invasivos o mínimamente invasivos logran cambios más sutiles». No se obtendrán modificaciones similares a las que ofrece una cirugía.
Aun así, la clave es la consulta con el médico y el punto de encuentro entre los deseos y el diagnóstico que hace el profesional. El cirujano nos lo deja bien en claro al decir que «entender lo que está buscando el paciente es, quizás, la parte más importante de la consulta».
Y esto es así porque los tratamientos se realizan sobre la anatomía de cada uno. Por ello, el mismo procedimiento tendrá un resultado bueno en un paciente, pero no en otro. Y la misión de la consulta es saber con claridad qué se puede conseguir y qué no con cada una de las técnicas.
¿Se deben repetir?
Al no ser invasivos y generar cambios más sutiles, estos tratamientos necesitan reaplicaciones. Es limitado el tiempo de duración de sus efectos.
El especialista nos informa que la toxina botulínica puede durar hasta 6 meses. Por su parte, los rellenos de ácido hialurónico prolongan su acción hasta por 1 año.
Luego, habrá que reaplicar. Y esta información también es importante que quede en claro desde la primera consulta. Si se trata de un profesional confiable, el plan de tratamiento que ofrezca detallará cada cuánto hay que repetir el procedimiento.
¿Hay edades mínimas y máximas?
En cuanto a la edad mínima para un tratamiento facial no invasivo, allí aplican las restricciones legales, nos comenta el Dr. Mazarro. Cada región geográfica tiene sus propias recomendaciones.
En el otro extremo, no hay una edad máxima para aprovechar las ventajas de los tratamientos mínimamente invasivos. Al contrario, en los adultos mayores es un plus contar con estas opciones que reducen los riesgos.
Hay que considerar que las edades avanzadas conllevan problemas de salud de base, capaces de volver peligrosa una cirugía. En este sentido, reducir la invasión del procedimiento es disminuir las posibilidades de efectos adversos.
Los tratamientos no invasivos también sirven para enfermedades
Aunque se asocien a lo estético, hay problemas de salud que se pueden abordar con estos tratamientos. La toxina botulínica, por ejemplo, o los rellenos de ácido hialurónico, tienen aplicaciones avaladas por la ciencia para mejorar síntomas de diversas enfermedades.
En cuanto a la toxina botulínica, el Dr. Mazarro nos cuenta que él mismo la coloca para el tratamiento del bruxismo. El medicamento se inyecta en los músculos maseteros y ello disminuye el apretamiento nocturno de los dientes que se origina en la tensión muscular.
También relata que la parálisis cerebral infantil es otra enfermedad en la que la toxina botulínica ayuda. El medicamento se ha convertido, en los últimos 25 años, en el más utilizado para mejorar la calidad de vida de estos pacientes.
Por otro lado, los rellenos dérmicos son parte del tratamiento de la hemiatrofia facial progresiva. Los reportes de casos al respecto tuvieron resultados exitosos y se valora la facilidad con la que se puede realizar la intervención para devolver simetría al rostro de los pacientes.
¿Qué considerar antes de asistir a la consulta?
Para el cirujano, «siempre hay que ser muy prudentes con los tratamientos estéticos». Esto implica que el paciente se plantee con detalle cuáles son sus objetivos. De este modo, al llegar a la consulta, podrá transmitirlos al médico con claridad.
El siguiente paso será entender que lo que se busca es un tratamiento médico. Por lo tanto, hay que descreer de aquellas publicidades que ofrecen soluciones mágicas y cambios rotundos con apenas una sesión de láser o con una sola inyección.
Para traer las expectativas a la realidad, será esencial tener consulta con un profesional de la salud que sea especialista en la técnica estética que se usará. En este campo, afirma Mazarro, la especialización influye en el resultado, pues no se consiguen los mismos efectos con manos experimentadas que con manos novatas.
En conclusión, tomarse el tiempo suficiente para evaluar la situación y los objetivos puede marcar la diferencia. Como recalca el cirujano, cada vez más se trata de un mercado repleto de productos y opciones, por lo que el asesoramiento médico se vuelve esencial.